Dentro de la música folklórica de tradición oral tienen gran importancia los cantos relacionados con trabajos y faenas.
Muchas canciones españolas de raíz popular han estado ligadas a costumbres, actos y menesteres relacionados con la vida humana, social y familiar. En las labores del campo y de la huerta, amén de dar rienda suelta a toda clase de sentimientos, los trabajadores han encontrado en el canto una ayuda, o alivio necesario para sobrellevar sus tareas.
Una de las características de la música de origen folklórico es que su pervivencia se aseguró gracias a la transmisión oral. Otro de sus atributos es su carácter funcional, lo que implica una asociación a usos específicos.
El flamenco como fenómeno cultural se vincula a prácticas sociales, como fiestas, reuniones, relaciones, ceremonias religiosas, ritos de paso, o trabajo, al tiempo que a los grupos étnicos presentes en Andalucía durante los siglos XVI y XVII como moriscos, gitanos y clases populares se van a ir mezclando.
Esto explica el proceso histórico de creación de un sistema músico- social por tradiciones culturales propias de grupos sociales y étnicos específicos.
Durante mucho tiempo, en nuestro país, las gentes trabajadoras se han acompañado con canciones en sus ocupaciones y oficios, particularmente, en las tareas relacionadas con el campo. Así, hay canciones apropiadas para la labranza (conocidas como cantos de besana) y también como pajaronas o temporeras, eran cantes que se hacían en campo abierto, como acompañamiento para las labores de labranza, siembra, y recogida, y otras muchas tareas que podríamos mencionar. Estos cantos, que podrían clasificarse como tonás camperas, como la trillera, la arriera o la aceitunera, van a proporcionar un efecto de alivio en los trabajadores, para soportar la monotonía y pesadez de las faenas. El refranero español cuenta: «quien canta, su mal espanta».
Lamentablemente, a día de hoy, estos cantos de faena prácticamente se han perdido. Por fortuna, las recopilaciones de música popular han salvado parte de este repertorio.
Los cantos de trilla
Como es sabido, la trilla es la operación consistente en separar el grano de la paja. Aunque existen diversos procedimientos para hacerlo, los labradores solían utilizar caballerías, y unas rústicas máquinas agrícolas llamados trillos. La época de la trilla coincide de pleno con el período estival. los cantos de labranza y los de trilla, no son cuartetas octosilábicas, sino seguiriyas.
Cuando el primitivo flamenco, se cruce o se mezcle con la música folklórica popular andaluza, se convertirán en muchos casos en palos flamencos
Las trilleras, que se cantan por seguiriyas, son uno de estos casos, se ejecutan sin acompañamiento de guitarra, usualmente con un marcado del ritmo básico con cascabeles o con campanillas, rememorando los que, en su tiempo, llevaban las bestias de tiro durante la faena de la trilla en las eras. El cante se suele complementar con voces arrieras del propio cantaor, de las que se daban para estimular el trabajo de las bestias.
Los cuatro muleros
Esta canción popular andaluza fue recuperada por Federico García Lorca, en 1931
De los cuatro muleros,
que van al campo,
el de la mula torda,
moreno y alto.
De los cuatro muleros,
que van al agua,
el de la mula torda,
me roba el alma.
De los cuatro muleros,
que van al río,
el de la mula torda,
es mi mario.
A qué buscas la lumbre
la calle arriba
si de tu cara sale
la brasa viva.
Es importante resaltar del flamenco que las primeras apariciones públicas datan de mediados del siglo XIX, hasta ese momento, se desarrollaba en círculos privados, en contextos sociales de trabajo o de ceremonias familiares. El flamenco fue ante todo cante y ritmo, personal. Sus creadores o padres del flamenco fueron aquellos que a solas y en el anonimato cantaban mientras trabajaban el campo, o el minero que cantaba yendo y viniendo de la mina, el herrero en la fragua, e incluso el cliente del tabernero que animaba el ambiente o compartía sus sentimientos con los que lo rodeaban en el bar.